martes, 24 de marzo de 2009

La muerte del terror





El Survival Horror agoniza. Después de tantos momentos de tensión, sustos y sobresaltos, un registro ilustre del videojuego se ve incapaz de contar con sucesores que respeten sus cánones. ¿Qué ha cambiado?


La sequía de ideas originales de los últimos años en el survival horror se está viendo “compensada” por una reescritura infinita de sagas que han funcionado desde siempre, pero que ahora cuesta mantener en un alto nivel. A pesar de que no haya una definición clara de lo que significa este género, en la teoría tiene un componente esencial y que debe ser común en todos los juegos que se consideran como tales: el terror psicológico. También las dosis de realidad en el hilo argumental deben ser escasas. Sin embargo, en la praxis, el desarrollo del género se está viendo truncado por títulos que mezclan acción, aventura, shooter y algo de miedo.

Cómo no, hablo de los clásicos Silent Hill y Resident Evil. Las pasadas generaciones de consolas han disfrutado de un catálogo bastante amplio de este género: Forbidden Siren, Project Zero o Alone in the dark -los tres primeros de la saga- son perfectos ejemplos de un buen rato de angustia y de una notable originalidad. Está claro que el survival horror tradicional puede desaparecer o, al menos, eso es lo que demuestran los catálogos de las nuevas consolas. Si nos ponemos puristas, hay títulos del pasado difícilmente superables. Clock Tower o Silent Hill 2, sin ir más lejos. Ciertamente no es un género que albergue numerosos títulos en su haber, por lo que se afianza aun más la idea de que todavía queda mucho por explorar. El problema viene cuando no hay interés por hacernos llegar nuevos territorios.



La catalogación de estos juegos es para mayores de edad, por ello quizás el nivel de exigencia de los adictos a este género es bastante alto. Para que el éxito esté garantizado hay algo básico: la historia y que aporte algo novedoso. Es indiscutible que las consolas de nueva generación pueden ofrecernos increíbles gráficos o un sonido envolvente, pero aún nos tienen a la espera de ese “algo” diferente que, personalmente, exijo de un juego de esta clase. Hay dos opciones: o que un nuevo título me sorprenda o que un nuevo título de una conocida saga se renueve. En el primer caso, tenemos la joya Dead Space, que aunque se construye en base a déjà vus de otros juegos, compensa moderadamente ese vacío de survivals en esta generación. En el segundo caso, está Resident Evil, los primeros tenían la fórmula de que el miedo lleva a la tensión; no obstante, estos dos conceptos no son conmutativos, ya que el 4 y el 5 optan directamente por la tensión, lo que no implica que ésta lleve al miedo. Es aquí donde perdemos ya la base del survival horror.

En la nueva generación, sin contar con Dead Space, aún no he vivido espeluznantes momentos como el señor Pyramid Head arrastrando su cuchillo de carnicero mientras tú te escondes en la oscuridad, los doberman o el zombie que gira poco a poco su cabeza el primer RE, la aparición de Alma en el pasillo de FEAR, la desconcertante fase final de Condemned, correr delante de Scissorman en Clock Tower o la cabeza gigante de Eileen de SH4. Esos instantes en los que pegas un grito excesivamente agudo mientras tiras el mando deseando que otro lo coja y te libre de tal sufrimiento –sufrimiento masoquista, claro, porque a los diez segundos estabas cogiendo el mando de nuevo-.



Con todo, me surjen algunas preguntas: ¿debe evolucionar el género?, ¿está en un buen momento? Sí a lo primero y claramente un no a lo segundo. Los géneros, todos, deben reinventarse, actualizarse, establecer nuevas metas y superarse a sí mismos. Del mismo modo que hoy en día permitimos mezclas en géneros, hay que proteger ese concepto clásico con el que nació el survival y exigir novedades del nivel de los primigenios. Es lógico y natural que la hibridación se fomente en el mundo de los videojuegos. La intención de las compañías es captar al mayor número de personas, por ello la mezcla de géneros se convierte en el patrón principal para asegurarse las ventas. Puede ser que las desarrolladoras se encuentren con el conflicto de querer sacar algo novedoso y que el público no lo comprenda, provocando el fracaso. ¿Solución para ellos? Ir a lo seguro. El resultado de todo ello es que se pierde la clásica clasificación de géneros.

En definitiva, y tras varios años de espera en vano, para mí lo mejor ya ha llegado. Prefiero opinar de esta forma; así, si en algún momento aparece ese título que opte al trono de los survival, volveré a pensar que en este sector de los videojuegos nada está perdido.

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